Mi Luna y Mi Sol
No se puede describir la emoción que me hacés sentir
cuando tocás la planta de mi suela en un potrero;
por más que me sienta mal, mi sonrisa dibujás
cuando la red te atrapa y hace un ruido dulce y lento.
¿Cuántas horas de mi vida las pasé en tu compañía
derritiéndonos con el calor?
¡Cuánto llanto y todavía vos seguís siendo mi amiga
recorriendo esos kilómetros!
Sólo vos sabés muy bien el dolor que más sufrís
cuando quedás afuera y no te quieren ni tus huesos,
del orgullo escondido, de los besos más divinos
de la lluvia al barro en el que me sumerjo
Sólo te lo cuento a vos, ellos saben poco de esto,
de las ansias y de los lunes,
que no tomes, no te drogues, que cuidate, que no fumes,
que nunca tuvimos feriados.
¿Y qué saben del invierno que quemaba hasta las ganas,
de los bondis, las pasadas y de todas esas noches
que imaginaba el porvenir?
Me enseñaste a divertirme y a la vez a tomarte en serio
y que el mejor abrazo es de tu compañero;
me enseñaste a meditar, a enfriarme un poco más
y a exigirme siempre en todos los momentos,
aprendí bien la humildad, que en las nubes no hay que estar,
a creer y no escuchar tanto,
a ponerle buena cara a la negra adversidad,
a nacer de cada fracaso.
Tantas duchas de agua helada, los raspones, las patadas
y las piedras que regaban nuestras canchas,
el esfuerzo, la impotencia, cientas de pretemporadas,
y los viejos buscando mi documento,
me llevaron donde fuera, no importa dónde jugara
por mirarme un rato con vos.
Sos mi religión, mi infancia, mi pasado y mi mañana,
mis domingos, mi luna y mi sol
Ojalá sepan lo hermoso que es poder abrir los ojos
cada día preparando mis botines y sabiendo
que otra vez te voy a ver...