Alicia En Bilbao
Alicia tiene una novia,
se muere en Nanclares.
Sus lágrimas tiñen de rojo la Ría.
Donde un grupo de niños
juegan a las damas
hay ratas gordas,
peludas como tu padre.
La reina bigotuda
se dedica con ternura
a joder a sus vasallos
¡es Navidad!
Llueve, llueve, sigue lloviendo,
se oxidan los corazones,
se alegran las ranas.
¿Quién diría? es mejor
el perfume del triunfo
al dolor en tus ojos.
Alicia es inocente
como una bruja,
sortea sin miedo
las alcantarillas de esta ciudad.
El viejo Sabino toca el culo a Mari Jaia
que con cierto desdén
se ríe y pasa.
Las putas divertidas
ocupan la Gran Vía,
y los banqueros
calientan sus posaderas
junto a una vieja estufa
en los prostíbulos del Arrabal.
Mundo del revés
dónde lo hallara.
¡Quién diría? es mejor
el perfume del triunfo
al dolor en tus ojos.
Alicia se desliza
curiosa entre calles
Salamalikun-Ongi etorri,
donde el deseo
busca a tientas la realidad,
y las sardinas lucen sus pantorrillas.
En el pajar de las agujas
se ha perdido una caricia,
sangra la niña
que con insistencia sigue buscando.
Van cambiando de piel
estas serpientes
que mantienen intacto
el mismo veneno.
¿Quién diría? es mejor
el perfume del triunfo
al dolor en tus ojos.